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enfoque selectivo

El enfoque selectivo y la construcción del mensaje fotográfico

  • Pedro J. Holguín

El enfoque selectivo es considerado por algunos autores, junto al manejo del obturador y el control de la abertura del diafragma, como uno de los tres controles fundamentales de la cámara fotográfica. Desde la óptica de la comunicación visual el enfoque selectivo nos permite “controlar qué partes de la imagen aparecerán nítidas y qué partes borrosas e indistintas.” (Freeman, 1996, p. 82)

Para comprender el sistema de enfoque de una cámara fotográfica, resulta interesante compararlo con el funcionamiento del mecanismo de la visión humana. Michael Langford escribió en al respecto: “El aparato fotográfico y el ojo humano son muy similares, la luz llega al ojo a través de la córnea y la pupila, y la abertura variable del iris regula su intensidad; se sirve de una lente –el cristalino- para formar una imagen nítida, y de una superficie sensible –la retina- para registrarla. La luz llega a la cámara a través de la abertura del objetivo, que puede graduarse mediante un diafragma (o iris); también emplea una lente y un material sensible. Tanto la lente del ojo como la del objetivo pueden enfocarse a diferentes distancias, y las dos forman una pequeña imagen invertida.” (Langford, 1988, p. 20)

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El ojo humano tiene la capacidad de mirar de un lado a otro y ajustar el foco tan rápidamente que tenemos la impresión de que todo lo que vemos dentro de nuestro campo visual está siempre nítido. Esa capacidad de adaptación a diferentes condiciones, nos permite ver solamente lo que nos interesa y prescindir del resto de la información visual. Junto al cerebro, los ojos controlan el resultado de todo lo que vemos y es esta selectividad, la que elimina los elementos visuales que nos distraen, para solo centrar la atención en aquellos lugares de la escena que nos interesan. A diferencia del ojo humano, la cámara fotográfica en sí misma no dispone de esa capacidad de ajustar el foco para centrar la atención en un punto determinado y por el contrario capta todo aquello que nos interesa y lo que no. Por lo tanto es el usuario del dispositivo el que toma esa decisión.

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Para tomar buenas fotografías hay que aprender a pensar en términos visuales, valorando el potencial, de la escena de manera que podamos elaborar de forma consciente el mensaje que deseamos comunicar. Los que estamos comprometidos con la comunicación visual, debemos aprender a utilizar el enfoque selectivo como parte integral de nuestros creaciones.

En general, hay dos formas en las que, saber enfocar, contribuye con la construcción del mensaje: una, dirigiendo la atención hacia lo que nos interesa y la otra desviándola de todo lo que nos distrae. Los ojos de un espectador son irresistiblemente atraídos por aquellas zonas que aparecen nítidas y es el fotógrafo, quien tiene el poder de decidir hacia cuáles partes de la composición se dirigirá la atención del espectador.

Antes de tomar una fotografía, debemos tener muy claro cuál es la intención del mensaje que queremos transmitir con ella y preguntarnos si destacar algún elemento específico de la imagen o, por el contrario, disminuir el peso visual mejorará la comprensión de lo que intentamos comunicar. Mediante el enfoque o desenfoque de ciertas áreas lograremos enfatizar lo que queremos decir y para ello, lo más recomendable es:

• Decidir en cuáles partes de la escena se concentrará la atención. • identificar los elementos causan distracción y no contribuyen a nuestro mensaje • y por último determinar el grado de desenfoque para lograr nuestro objetivo.

Pedro José Holguín

Bibliografía: Costa, J. (1991). La Fotografía: entre sumisión y subversión. México: Trillas: Sigma. Freeman, M. (1996). Guía completa de fotografía. Barcelona: Blume. Grill, T., & Scanlon, M. (1990). Photographic Composition. New York: Amphoto. Langford, M. (1988). La fotografía paso a paso, un curso completo. España: Hermann Blume.